jueves, 4 de enero de 2007

BREVES ESTANCIAS DEL HUMOR AMARGO


1Una vieja gloria de la comedia recuerda en el lecho de muerte su llegada a la gran ciudad. Recuerda la noche de su debut en un pequeño teatro de variedades, pero las cosas que vienen a su mente más bien lo aterrorizan: un tren de utilería que se aproxima, los pastelazos volando en el aire, una enorme nariz de payaso.Con ese último flash back de la memoria abandona el mundo, con una mueca extraña en su rostro y ante una concurrencia de familiares y antiguos admiradores que estallan en risa como una señal de respeto a su última rutina.


2.Un hombre decide a última hora cambiar la fecha de su viaje. Como R es un sujeto supersticioso nunca tomaría un vuelo en una fecha tan de mal augurio como la de ese junio de 19… ignorando que en ese mismo avión también viajaba ese día una admirada estrella de cine de su adolescencia, Marilyn Monroe para ser más precisos.


3.Todas las tardes el muchacho negro llegaba a la biblioteca del centro, casi siempre vacía. Ese día terminó de leer un libro que venia consultando semanas antes y empezó otro inmediatamente.Poco a poco empezó a oscurecer, en algunos minutos cerrarían la biblioteca, entonces se levantó de su asiento y puso en marcha el plan. Subió las escaleras sin ser notado, y se encerró en una pequeña bodega en donde almacenaban cajas y utensilios de limpieza, allí estuvo y durmió un par de horas. Al recordar, ya era muy entrada la madrugada, al bajar las escaleras quedó sin palabras al ver lleno el gran salón de lectura con gente negra igual a él.



4.

A Carlos Polo y Robinsón Quintero


Digamos una ciudad soleada al norte del país. Un grupo de chicos rabiosos toman la ley por su cuenta y entre sus cometidos capturan y someten a los viejos intelectuales de la localidad. Los torturan día y noche haciéndoles comer rebanadas de cebollas con mercholate, así día tras día. Uno por uno los viejos escritores van muriendo, excepto uno que parece resistir los caprichosos tormentos, entonces los chicos por decisión unánime deciden nombrarlo su líder.



5.


No hay duda que F es una mujer un poco torpe y bastante nerviosa, esto ultimo se hace evidente hasta en el más mínimo detalle de su proceder, por ejemplo; cuando habla en público da la impresión que un buen número de frágiles porcelanas se fuesen a venir a bajo en cada trastabilleo de su discurso.Por lo general F evita subir sola a un taxi o ser la última en abandonar los pasillos de la universidad en donde dicta la cátedra X, es por ello que no vive sola; un par de gatos grises son sus huéspedes permanentes, así, que antes de volver a casa hace una escala obligada en el supermercado para comprar la dote semanal de los golosos mininos. Evita mirar al sujeto que viene tras ella por uno de los corredores y quien no es más que un desgarbado acomodador de paquetes que pasa a su lado sin ni siquiera notarla.Al girar la llave de su apartamento lo primero que murmura la nerviosa señorita F es “¿hay alguien en casa?”, pero no encuentra más respuesta que unas manos que saltan en la oscuridad y empiezan a asfixiarla.


6

.Un estremecedor aullido sobrecoge al bosque en sombras.La primorosa niña que emerge semidesnuda de las fauces del viejo lobo con su canasto rebosante de viandas y sus calzoncitos rojos hasta las rodillas, le dice al leñador: ahora devórame tú.


7


Resulta irresistible al caminar por las antiguas calles del barrio Alto no detenerse ante esas bellas jardineras que anteceden por lo general una entrada con talladas esculturas de leones o leopardos de tamaño natural, para nada majestuosos, y mucho menos intimidantes. Al dar una mirada rápida a esa antigua mansión en pleno corazón del barrio Alto, uno pensaría al ver las ventanas tapiadas y un jardín de maleza ascendiendo por las paredes de las fachada que nadie osaría en vivir allí o simplemente que nunca nadie disfrutó de la hospitalidad del antiguo caserón.A veces, muy raras veces, por lo general en tardes de domingo pueden escucharse las notas de alguna concertina a puerta cerrada, lo cual indica, a no ser que se tratasen de fantasmas, que en efecto alguien habita en sus oscuros interiores.


8



A más de medio trayecto entre Paris y America, la cigüeña cayó agonizanteLos nativos del lugar que son gente brutal y un poco ignorante, toman al niño y lo cubren de oro y pieles de fino pelaje. En el sitio del extraño aterrizaje colocan la primera piedra en donde rendirán culto a su pequeño Dios blanco. En cuento a la cigüeña, la hierven y se la comen.


9


Vestido con su mejor traje, J toma el autobús que lo conducirá hasta el austero edificio donde lo espera su primer día de trabajo. Pero al llegar, todo su optimismo se ve quebrantado cuando desde la ventana de piso cuarenta tres, el mas antiguo de los empleados del bufete a quien ayer despidieron, se lanza al vació gritando enloquecido: Puedo volaaaar!



10


Hay quienes presumen que a ciertas horas las cosas adquieren movimiento: un armario que bosteza, unos inquietos zapatos que caminan por la sala o vistosos juguetes bajando de sus armarios.Pero al parecer casi siempre esto ocurre cuando todos duermen, y quienes han visto tales sucesos, prefieren quedarse callados, lo consideran un asunto íntimo, como eso de mentir o hablar solos.

miércoles, 3 de enero de 2007

BREVEDAD DE LOS CIGARRILLOS


Seré una oveja negraPero mis pezuñas son de oro.


P.B JONES(Bajo los efectos de la gripe)





Dedicado a los de plan travesti




Sea un travestí pitando su húmedo piel roja en alguna esquina del barrio Santa fe, un mediano ejecutivo pidiendo con fingida decencia “por favor un Marlboro”, o una niña precoz fumando a escondidas las colillas de su hermano el punk; los cigarrillos contienen la brevedad necesaria para contar una historia, no al estilo de Jim Jarmusch donde estos se acompañan con café tinto, y el blanco y ne gro de la pantalla acentúa un amargo encuentro entre Tom Waits e Iggy Pop. Más bien esta será una historia rara e incluso breve, la historia de alguien que empieza diciendo: fumas? Y en la pregunta esta contenido un oscuro propósito.Había una vez un hotel en pleno centro de Bogota, también una biblioteca publica y un museo, lugares que solía frecuentar en esos primeros días en una ciudad que es como una maqueta de césped y vidrio por un lado, y por el otro es una callejón infestado de orines y eses de una legión que subsiste bajo los ductos y las piezas de mala muerte del centro y sur de la ciudad.Fumas?, me dice el sujeto que me ha venido siguiendo desde que salí del museo de arte moderno, luego de haber visto lo que podría llamar esa precaria exposición de David Hockney. Basta con un leve movimiento de mi cabeza aceptando su invitación y ya estoy sentado en una de estas cafeterías del centro, con sus inmensos vidrios panorámicos, a través de los cuales uno ve desfilar a ese pastiche citadino, tan riguroso y afanado al mismo tiempo. Hacia donde se dirigirán, me pregunto. Cuando se habla con un desconocido, al menos en mi caso siempre empiezo mintiendo:-Me llamo Alejandro…si, acabo de llegar a esta ciudad…no, no conozco a nadie…¿casa?,no amigo un hotel aquí a unas cuantas cuadras…uhmm, la cuna de Venus se llama…¿Cuánto?,quince mil pesos diarios.Es la Normanda café del centro uno de los lugares donde se puede hablar y sobre todo fumar con tranquilidad desde que se puso en marcha aquella ley sobre fumar en recintos cerrados. Me siento cómodo realmente y este tipo me resulta agradable, al menos lleva puesto un buen traje, sin hilos sueltos ni remiendos, una bonita corbata de tono cobrizo y plateadas mancornas en los puños. Su rostro es saludable, luce como si acabara de salir de una ducha con agua caliente. Tiene unos cuarenta años aproximadamente, me dice que trabaja para gente importante, que tiene su auto aparcado aquí cerca, que le gusta el centro y su gente, bla bla bla, que le gusta hacer amigos, muchos, bla bla bla, que desde hace años anda buscando no se que cosa, bla, bla, bla.-Bueno mi amigo aquí tienes lo que buscabas, le digo. El comentario le arranca una corta sonrisa que me permite ver sus dientes, largosy filosos, levemente manchados por el cigarrillo pero pulcros.-Un trago? Me dice.El sabor del Vodka es único, un agua fuerte ligeramente aderezada, que en un clima como el de aquí cae de maravillas a cualquier hora, mas cuando ya empieza a caer la tarde y los cerros se cubren de una gasa espesa, una cortina helada que desciende hasta las calles de bogota haciéndolas lucir mas tristes que de costumbre.Luego de beber un par de tragos esta charla se va haciendo más amena, al punto de tocar ciertas infidencias. W es un tipo realmente fascinante , tiene un agudo sentido del humor, del otro lado del vidrio del lugar vemos pasar a un curioso personaje, una vieja gloria del boxeo, un hombre negro vestido con una chaqueta de cuero que llega un poco mas debajo de su cintura, jeans desteñidos, y un paraguas que luce algo raro en sus manos, es una imagen rápida pero suficiente para que W comente enseguida: -Ese sujeto tuvo el mundo en sus manos, y no hay nada mas peligroso que un boxeador con el mundo entre ellas, no le quedo de otra que cogerlo a golpes hasta no dejar nada. A algo hay que golpear en esta vida, le dije. No había terminado de asimilar su brillante comentario cuando me tumba al piso de una sola pregunta:-Y dime algo, cuando llegaste a bogota?-El 9 de junio de 2004, contesto casi como un autómata, como una frase que ha sido grabada una y otra vez a lo largo de una cinta, como si recitara mi nombre completo o el numero de la cedula o la fecha de mi nacimiento, datos que la memoria ha impuesto. Pienso que uno no debería guardar registros exactos de nada, si acaso un agradable recuerdo de la infancia o la adolescencia. Pero el hecho de rememorar una fecha equis, poder reproducirla con tal exactitud, hasta develar sus mas íntimos detalles, una descripción metódica de aquel día, el clima que hacia por ejemplo, las nomenclaturas de algunos edificios, frías voces a través de citófonos diciendo “lo sentimos no podemos ayudarlo”, “váyase por favor o llamaremos a la policía”, “El señor Hat salio de viaje esta misma tarde, deje su nombre y le daré su mensaje”…Todas esas voces e imágenes indican que algo sucedió, que la cinta aun no se ha borrado, que algo muy dentro hizo bang! Y ese eco aun resuena, que al igual que a una res la vida te puso un atizador encendido en el cuero para que no se te olvidara nunca, y mi marca decía 9 de junio del 2004.-Te pasa algo, otro cigarrillo? dice WAl escucharlo hablar, al oír ese tono de preocupación en su voz, la forma en que me brinda fuego para encender mi cigarro, como diciéndome, calientate un poco, me hace pensar que si talvez me hubiese encontrado por accidente a W aquel día.. si a lo mejor… No!, Bogota ya me tenia preparada una inolvidable bienvenida, pero aun no es tiempo de contar esa historia, necesitaría una caja entera de largos y fuertes cigarrillos, por cada aspirada ir soltando en el papel palabra por palabra como filosas agujas y luego vaciar una bocanada de humo negro , como el humo de una chimenea en la que quemáramos cartas y fotografías de alguien a quien realmente odiemos, y mi odio tiene nombre propio, el nombre de un respetable señor de la literatura colombiana, un maldito hijo de puta que me dejo solo en las fauces de una ciudad que no logro engullirme por completo, una ciudad que me otorgo las oscuras credenciales como para escribir un libro completo, un libro al que llamare: “EL SUCIO SEÑOR HAT”.-Cariño, dijiste que me ibas a contar una historia y si apenas has hablado desde que llegamos.-Dice WLos moteles Bogotanos, al menos los del centro, son unas ratoneras inmundas, a través de una diminuta ventana en esta habitación, veo claramente la séptima atestada como siempre. Es curioso, pero entre la multitud de gentes distingo un par de rostros conocidos. A diferencia de otros sujetos con los que me he tropezado una tarde lluviosa y con las tripas pegadas al estomago, W es el único a quien le he contado que escribo, es un tipo sensible y al menos no huele mal, no carga ese olor a trapos mojados que se traen encima esos señores Bogotanos, tacaños del diablo que se la pasan merodeando de un lado a otro viendo que se pillan por unas cuantas monedas.-Porque preferiste venir a este lugar, podríamos haber ido a otro mas limpio siquiera-Dice WCon la misma frecuencia con que iba a museos, iglesias o parques, mi curiosidad me condujo a todo tipo de antros: saunas, scorts, discotecas y los famosos y no muy agradables videobares del centro, salones hediondos a desinfectantes, pequeños compartimentos de proyección de pornografía en donde te la mamaban por veinte mil pesos. Húmedos laberintos tan oscuros como una boca de lobo, el templo del sexo rápido en una ciudad rápida y despiadada. Y en aquella felposa oscuridad el agazapado rumor de una presencia, algún marica que suelta su vaho de animal sofocado y te dice “ven” y el videobar es para eso, para “ir” cuando alguien dice “ven”, sin cruzar una palabra, sin decir absolutamente nada, porque en segundos tienes la boca atorada con el paquete adentro bombeando su rigurosa marcha. “Ay amor pero quisiera ver tu rostro”, y para que un rostro en un lugar como ese!, en una ciudad como esta, si desde que llegaste a Bogota te has llamado Efraim, Alejandro, Fernando, y nunca te has molestado en dar las gracias cuando te extienden el billetito azulado o haces de tripas corazón y te llevas hasta el ultimo peso que tienen en los bolsillos.-Ven aquí conmigo Alejandro-Dice W.Quince minutos más tarde:-No has dicho nada, estuvo así de mal?-Tan solo pensaba, dije mientras rozaba una húmeda mancha de semen sobre la sabana.-En que pensabas?-En aquella vez que estuve preso, un galpón asqueroso al que llaman la URI, me pregunto si tú me hubieses ido a buscar, si me hubieses llevado algo de comer, si de pronto….En pocos minutos W se había vestido y se despedía algo nervioso argumentando un asunto pendiente, pude ver por la pequeña ventana de la pieza como se alejaba calle arriba un poco mas tranquilo, creo que no debí mencionar el asunto de la cárcel, pero ya era demasiado tarde, y en verdad que lo era!, así que baje y toque el timbre de salida, la encargada del hostal, una mujer corpulenta con el rostro forrado en una gruesa bufanda de lana me dice en una voz amortiguada;-Su amigo dejo la habitación paga hasta mañana al mediodía, pero solo hasta el medio día, siguió murmurando algo que no entendí, mientras abría la reja-Esta bien-dije-solo voy por cigarrillos enseguida vuelvo. Pero no lo hice.

CRONICA DOMINICAL

Normalmente es así: llega el domingo por lo general con esa manchita de la promiscuidad aun tibia entre los calzoncillos. Un baño rápido, un desayuno Lesamiano para reponer el cuerpo después de la faena, ahora un poco mas limpio, no mucho, se necesita mas que agua y jabón para arrancarte esa mugre que has agarrado con los años. Sea como sea vas hasta donde tus vecinos y pides prestado el suplemento dominical, una rutina que has ejercido por años, esperando que algún día ocurra el milagro de ver tu cara en el portada. Ya cómodo en el sofá, con el felpudo pequinés al que adoras mordisqueándote los pies, pasa una a una las paginas y allí apareciendo puntuales: Los viejos saurios de la ciudad bostezando sus aburridos discursos, su prosa remojada en el agua podrida de los floreros de la retórica , resultaría imposible en aquella pesadez literaria encontrar el emplumado confort que nos permita aflojar un poco el alma después de tantas desdichas. Paginas adentro en el mar de tinta como un salvavidas al tedio dominical la separata de los comics aparece, es el momento de reírse un poco del mundo con las aventuras del maravilloso perro de Charlie Brown y ese gato que como lasaña el que ya no te resulta tan divertido. Y entonces ocurre: en la pagina diez un bebe de letras da sus primeros pasos guiados por la pluma de uno de eso escritores nuevos, un muchacho desgarbado al que viste en una de aquellas lecturas “All Acces” en la biblioteca piloto del caribe ,esos maratónicos encuentro de atletas letrados haciéndose un lugarcito en el vomitado podium de la literatura local. Entonces empieza a leer, no puedes evitar cierta envidia, cierta amargura al pasar saliva que no sea tu nombre el que aparece antecediendo la promisoria crónica, que no sean tus historia, tus personajes enfermizos y travestidos los que ciñan la corona de laureles.Pero ha bastado con leer unos párrafos de ese novel escritor para que sueltes una carcajada diabólica que hace que tu pequeña mascota corra nerviosa a esconderse, porque eso es lo que esta nueva generación de escritores produce: risa!, no son precisamente la piedra en tu tacón , cierta torpeza aun los impulsa y los hace ir de narices contra el pavimento de las letras, y es que los caminos de la literatura deberían ser tan estrechos como los que conducen a la salvación, no todos deberíamos gozar de tales privilegios, porque tal vez escribir mal sea otra forma de pecado.Así empiezan casi siempre tus domingos, esta vez una llamada telefónica te pone al tanto de que probablemente tu obra será publicada dentro de poco, tus textos: indefensas criaturas de laboratorio sin piernas y sin ojos, no dejas de sentir cierto miedo, maricon lengüilargo que te haces llamar escritor, habrá entonces que arriesgarse poner el culo para que te lo escupan o lo besen.

TRAVESTIADA

Para las peladas del barrio y juan ensuncho con amor


En busca de la montaña travestí, como quien escalara un altísimo tocado al estilo Carmen Miranda, sostenido apenas por un arnés de chiffon rosado y tacones puntilla hundiéndose en el terreno pedregoso, trato de irme a tientas sin levantar sospechas por esta desolada calle del centro bogotano, al atravesar la caracas con calle 24 el barrio la nueva santa fe aparece como una antesala de neones, una larga pasarela para mostrar el juego de mascaras de un oficio tan lleno de vistosidad como de ingratitud.Las travestís miran como extrañadas, como preguntándose y esta de donde salio?, al verme aparecer patidifusa en medio de la noche capitalina. Solo conozco a algunas desde que vivo en este sector de la ciudad, pero aun parecen no haberme reconocido, cuando me identifico ante ellas como “lluvia acida” todas me acogen en su seno siliconado y me instruyen como debo moverme en esta noche friolenta. Mientras voy calentándome con un cigarrillo la Marieta va ubicándome a la entrada de un hostal junto a una loca de Cali a quien llaman “la troconia”. Traigo puesto un abrigo de piel sintético y unos tacones de quince centímetros que me hacen rebasar los dos metros, como no tengo tetas solo desabotono el abrigo a la altura de los muslos, de mi pequeño bolso charolado saco la polvera y doy unos toquecitos en las mejillas. Al primer frenazo salgo de mi cabina y doy unos pasos seguros hasta el auto aparcado, a través de la ventanilla veo mi rostro enmarcado por el pelucón platinado y los pendientes de estras que me obsequió la Marieta para mi debut, al bajar el vidrio me doy de frente con un tipo joven, con marcas de acne en el rostro, luego de invitarme a subir quedo atrapado como un pájaro prehistórico dentro de la reducida estancia, trato de acomodarme y disimular mi novatada colocando la mano en su entrepierna; “y porque te llamas lluvia acida”, le digo que es un seudónimo, que no se lo tome tan enserio, que no le de importancia…No había terminado de hablar cuando el auto dio la vuelta y me dejo en el mismo sitio donde me había recogido, con un contundente “bájate ya! Salí disparado viendo al muchacho con la mirada fija en un punto, parecía estar bajo los efectos de algún estimulante; “ese tipo siempre hace lo mismo, nunca te lleva” dijo la troconia, primera lección de la noche: no subirte con el primero que te lo propone.Opto por encender otro cigarrillo, y darme un poco de ánimos, la noche apenas empieza, me digo.La troconia lleva años en la calle, tiene una cicatriz de cuchillo a la altura del cuello, resultado de una pelea con otra travestí que no contó su historia, (ojo por ojo claro esta)Me ha enseñado sus tetas y las he tocado, el contacto plástico es sobrecogedor, me cuenta que un cirujano aquí en el centro las pone baratas, aunque las que no tienen para pagarlas se están inyectando aceite industrial, luego saca de su cartera una bolsa plástica y prepara su toxica bala de oxigeno, la cual empieza bombear una y otra vez, al rato el cóctel de goma la tiene alucinando, corriendo de una esquina a la otra diciendo que la persigue Lucas, el monstruo azul de plaza sésamo. Quedo solo en mi cabina, a los pocos minutos le dan leche a la troconia para que se le pase todo el sacol que ingirió, un auto que ha pasado insistentemente se detiene ante el pestañeo rojo del semáforo, salgo de mi sitio desabotonando el ultimo botón de mi abrigo, ese que esconde el secreto, el ultimo “si me quiere” de la margarita, el hombre estira la mano y quita el seguro para que esta princesa suba, del otro lado de la calle me han hecho una seña, ya he sido advertido, miro la placa del carro y echo un vistazo a la que tengo anotada en la palma de mi mano, este es el sujeto que las golpea y las deja tiradas en cualquier potrero, así que voy directo con las otras, la Marieta me pasa un spray con acido el cual oculto en uno de los bolsillos, espero no tener que usarlo. Ya me estoy arrepintiendo de mi jueguito de agente encubierto, al cabo de un rato le digo a mis anfitrionas que me voy a dormir, que esto no es para mi, algunas apenas vienen llegando, les agradezco a todas y en especial a troconia a quien le envió un beso que sale volando de mi mano y cae muerto de frió sobre el anden. Atravieso la caracas en busca de “la cuna de Venus” el hostal donde vivo hace dos meses, mientras abren la puerta de entrada retiro la peluca, tengo que inclinarme un poco para poder entrar, el portero me pregunta que tal estuvo la noche, pero no le contesto, entro a mi cuarto y enciendo el viejo televisor empotrado en una de las paredes, nada para ver, así que lo apago. Al día siguiente me levanto sobre el mediodía, en el restaurante al que acostumbro ir me encuentro con la Marieta y Trinity quienes me miran graciosamente y me hacen espacio en su mesa, mientras la Marieta habla sobre lo fatal que estuvo el trabajo anoche, una lluviecita monótona ha empezado a caer y se va acrecentando de a poco, a través del ventanal del sitio Bogota se me muestra como vista a través de una cortina de lagrimas, haciendo que los desprevenidos transeúntes abran sus paraguas negros y corran de una lado a otro buscando donde guarecerse.