Para las peladas del barrio y juan ensuncho con amor
En busca de la montaña travestí, como quien escalara un altísimo tocado al estilo Carmen Miranda, sostenido apenas por un arnés de chiffon rosado y tacones puntilla hundiéndose en el terreno pedregoso, trato de irme a tientas sin levantar sospechas por esta desolada calle del centro bogotano, al atravesar la caracas con calle 24 el barrio la nueva santa fe aparece como una antesala de neones, una larga pasarela para mostrar el juego de mascaras de un oficio tan lleno de vistosidad como de ingratitud.Las travestís miran como extrañadas, como preguntándose y esta de donde salio?, al verme aparecer patidifusa en medio de la noche capitalina. Solo conozco a algunas desde que vivo en este sector de la ciudad, pero aun parecen no haberme reconocido, cuando me identifico ante ellas como “lluvia acida” todas me acogen en su seno siliconado y me instruyen como debo moverme en esta noche friolenta. Mientras voy calentándome con un cigarrillo la Marieta va ubicándome a la entrada de un hostal junto a una loca de Cali a quien llaman “la troconia”. Traigo puesto un abrigo de piel sintético y unos tacones de quince centímetros que me hacen rebasar los dos metros, como no tengo tetas solo desabotono el abrigo a la altura de los muslos, de mi pequeño bolso charolado saco la polvera y doy unos toquecitos en las mejillas. Al primer frenazo salgo de mi cabina y doy unos pasos seguros hasta el auto aparcado, a través de la ventanilla veo mi rostro enmarcado por el pelucón platinado y los pendientes de estras que me obsequió la Marieta para mi debut, al bajar el vidrio me doy de frente con un tipo joven, con marcas de acne en el rostro, luego de invitarme a subir quedo atrapado como un pájaro prehistórico dentro de la reducida estancia, trato de acomodarme y disimular mi novatada colocando la mano en su entrepierna; “y porque te llamas lluvia acida”, le digo que es un seudónimo, que no se lo tome tan enserio, que no le de importancia…No había terminado de hablar cuando el auto dio la vuelta y me dejo en el mismo sitio donde me había recogido, con un contundente “bájate ya! Salí disparado viendo al muchacho con la mirada fija en un punto, parecía estar bajo los efectos de algún estimulante; “ese tipo siempre hace lo mismo, nunca te lleva” dijo la troconia, primera lección de la noche: no subirte con el primero que te lo propone.Opto por encender otro cigarrillo, y darme un poco de ánimos, la noche apenas empieza, me digo.La troconia lleva años en la calle, tiene una cicatriz de cuchillo a la altura del cuello, resultado de una pelea con otra travestí que no contó su historia, (ojo por ojo claro esta)Me ha enseñado sus tetas y las he tocado, el contacto plástico es sobrecogedor, me cuenta que un cirujano aquí en el centro las pone baratas, aunque las que no tienen para pagarlas se están inyectando aceite industrial, luego saca de su cartera una bolsa plástica y prepara su toxica bala de oxigeno, la cual empieza bombear una y otra vez, al rato el cóctel de goma la tiene alucinando, corriendo de una esquina a la otra diciendo que la persigue Lucas, el monstruo azul de plaza sésamo. Quedo solo en mi cabina, a los pocos minutos le dan leche a la troconia para que se le pase todo el sacol que ingirió, un auto que ha pasado insistentemente se detiene ante el pestañeo rojo del semáforo, salgo de mi sitio desabotonando el ultimo botón de mi abrigo, ese que esconde el secreto, el ultimo “si me quiere” de la margarita, el hombre estira la mano y quita el seguro para que esta princesa suba, del otro lado de la calle me han hecho una seña, ya he sido advertido, miro la placa del carro y echo un vistazo a la que tengo anotada en la palma de mi mano, este es el sujeto que las golpea y las deja tiradas en cualquier potrero, así que voy directo con las otras, la Marieta me pasa un spray con acido el cual oculto en uno de los bolsillos, espero no tener que usarlo. Ya me estoy arrepintiendo de mi jueguito de agente encubierto, al cabo de un rato le digo a mis anfitrionas que me voy a dormir, que esto no es para mi, algunas apenas vienen llegando, les agradezco a todas y en especial a troconia a quien le envió un beso que sale volando de mi mano y cae muerto de frió sobre el anden. Atravieso la caracas en busca de “la cuna de Venus” el hostal donde vivo hace dos meses, mientras abren la puerta de entrada retiro la peluca, tengo que inclinarme un poco para poder entrar, el portero me pregunta que tal estuvo la noche, pero no le contesto, entro a mi cuarto y enciendo el viejo televisor empotrado en una de las paredes, nada para ver, así que lo apago. Al día siguiente me levanto sobre el mediodía, en el restaurante al que acostumbro ir me encuentro con la Marieta y Trinity quienes me miran graciosamente y me hacen espacio en su mesa, mientras la Marieta habla sobre lo fatal que estuvo el trabajo anoche, una lluviecita monótona ha empezado a caer y se va acrecentando de a poco, a través del ventanal del sitio Bogota se me muestra como vista a través de una cortina de lagrimas, haciendo que los desprevenidos transeúntes abran sus paraguas negros y corran de una lado a otro buscando donde guarecerse.
miércoles, 3 de enero de 2007
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